‘Buenos días, gente buena!
Fr. Arturo Ríos Lara, ofm
III Domingo de Adviento C
Evangelio:
Lc 3, 10-18
En aquel tiempo La gente le preguntaba: «¿Qué debemos hacer entonces?».
El les respondía: «El que tenga dos túnicas, dé una al que no tiene; y el que tenga qué comer, haga otro tanto».
Algunos publicanos vinieron también a hacer bautizar y le preguntaron: «Maestro, ¿qué debemos hacer?».
El les respondió: «No exijan más de lo estipulado».
A su vez, unos soldados le preguntaron: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer?». Juan les respondió: «No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias y conténtense con su sueldo».
Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías,él tomó la palabra y les dijo: «Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego.
Tiene en su mano la horquilla para limpiar su era y recoger el trigo en su granero. Pero consumirá la paja en el fuego inextinguible»
Y por medio de muchas otras exhortaciones, anunciaba al pueblo la Buena Noticia.
Conversión a partir de una palabra: dar
“Exultará, se alegrará, gritará de alegría por ti, como en los días de fiesta”. Sofonías describe a un Dios que exulta, que salta de alegría, que grita: “Gritará de alegría por ti”, un Dios que no lanza advertencias, oráculos de lamentación o de regaño, como frecuentemente se escucha decir; que no concede gracia y perdón pero hace todavía más: irrumpe en un grito y una danza de alegría. Y me captura dentro. Y me grita: tú me haces feliz! Tú, hombre o mujer, eres mi fiesta.
Nunca en la Biblia Dios había gritado. Había hablado, susurrado, tronado, tenía la voz interior de los sueños; solo aquí, solo por amor, Dios grita. No para amenazar, sino para amar más. El profeta entona el cantico del amor feliz, amor danzante que solo hace nueva la vida: “Te renovará con su amor”. El Señor ha puesto su alegría en las mías, en nuestras manos, Impensable, inaudito: ninguno, antes del pequeño profeta Sofonías había intuido la danza de los cielos, había puesto en la boca de Dios palabras tan audaces: tú eres mi alegría..
¿Precisamente yo? Yo que pensaba ser una pelota al pie por el reino de Dios, un freno, una preocupación. En cambio, el Señor me lanza en un cruce gozoso de pasos y palabras como vida nueva. El profeta describe el rostro de un Dios feliz, Jesús nos hablará del contagio de la alegría (para que mi alegría sea en ustedes Jn 15, 11)
En cambio, el Bautista está llamado a respuestas que saben de manos y de fatigas:”Y nosotros, qué debemos hacer?”. El profeta que no posee ni siquiera un vestido digno de este nombre, responde: “Quien tenga dos vestidos que de uno a quien no lo tiene”. Ese que se alimenta de langostas y miel silvestre, responde: “Quien tenga que comer, dé al que no tiene”. Y aparece la palabra que funda el mundo nuevo, la palabra reconstructora del futuro, la palabra dar: quien tanga de!
En el Evangelio el verbo amar se traduce con el verbo dar. La conversión inicia concretamente con el dar. Se nos ha enseñado que la seguridad consiste en el acumular, que felicidad es comprar otra túnica aparte de las dos, a las muchas que ya tenemos. Juan en cambio arroja en el mecanismo de nuestro mundo, para despertarlo, esta palabra fuerte: den, donen. Es la ley de la vida: para estar bien el hombre debe dar.
Llegan publicanos y soldados: y nosotros ¿qué haremos? Simplemente lo que es justo; no abusen, no extorsionen, no hagan violencia, sean justos. Permanezcamos humanos y recomencemos a tejer el mundo del pan compartido, de la túnica dada, de una historia donde retoñe la justicia. Permanezcamos profetas, si se quiere pequeños, y recomencemos a hablar de un Dios que danza en torno a cada criatura diciendo: tú me haces feliz.
¡Feliz Domingo!
¡Paz y Bien!
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