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    domingo, 12 de abril de 2020

    A propósito de hoy…

    ¡ABRÉME LOS OJOS, SEÑOR!
    Señor; también yo, en el amanecer de esta jornada
    con el alma tomada por la penumbra
    pero con el corazón inquieto
    me he acercado hasta el lugar donde creía y me dijeron
    se encontraba tu cuerpo amarrado entre vendas, sudarios
    y desfigurado por los sucesos de estos últimos días.
    Más, cual ha sido mi sorpresa, Señor,
    cuando al cruzarme con María Magdalena
    con Simón Pedro y con Juan
    me han dicho que, no tenga prisa,
    que tu losa no está centrada…
    que la piedra de tu sepulcro se encuentra movida
    y que abra los ojos para la gran sorpresa que me espera

    ¡ABREME LOS OJOS, SEÑOR!
    Pues quiero verte para nunca más perderte
    Porque, después de correr hasta tu sudario
    necesito certezas para comprender
    y gritar al mundo que ¡creo! ¡creo! ¡y mil veces creo!
    Que has vuelto para devolvernos vida abundantemente
    Que, a partir de hoy, la asignatura pendiente de la muerte
    ha sido resuelta y superada por el Maestro que más enseñó
    con palabras de amor
    con gestos de humildad
    con milagros y promesas felizmente cumplidas.

    ¡ABREME LOS OJOS, SEÑOR!
    Quiero, sin temor ni temblor,
    y aunque algunos me digan lo contrario
    asomarme y ver el vacío que tu triunfo
    sobre la muerte ha dejado.
    Quiero, con la emoción de los discípulos
    y de la mano de Santa María Virgen
    comprender y creer que, era cierto,
    ¡Has resucitado! ¡Lo has hecho por nosotros!
    ¡ABREME LOS OJOS, SEÑOR
    PARA VERTE Y NUNCA PERDERTE!




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    Articulo Revisado: Calificacion: 5 Revisado por: Fr. Arturo Ríos Lara
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