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    sábado, 21 de agosto de 2021

    ¿A quién iremos?

     

    ¿A quién iremos?

    ¡Buenos días, gente buena!

    Domingo XXI Ordinario B

    Evangelio

    Juan 6, 60-69

    En aquel tiempo, después de oír a Jesús, muchos de sus discípulos decían: «¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?».

    Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: «¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes? El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen». En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y agregó: «Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede».

    Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo.

    Jesús preguntó entonces a los Doce: «¿También ustedes quieren irse?». Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios».

    Palabra del Señor

    Palabras de vida

    El Evangelio nos narra una crisis de Jesús, y precisamente en su tierra, entre los suyos, no entre los fariseos o los funcionarios de la vieja religión. Sucede en Cafarnaúm, escenario de tantos milagros y enseñanzas: muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no andaban con él.

    La razón del abandono: esta palabra es dura: ¿Quién puede escucharla? Dura no porque te señale un muro difícil de escalar (del tipo: amen a sus enemigos), sino porque te pide pensar en grande, volar alto, a cambiar la imagen de Dios: un Dios que se hace leve como un ala o una palabra, pequeño como un pedazo de pan, que ama la humildad del pan, y su silencio y su desaparecer… un Dios diferente.

    El giro del relato se da en torno a la pregunta: ¿también ustedes quieren marcharse? Jesús no sugiere respuestas, no imparte órdenes o lecciones: “esto debes o no debes hacer…” pero te lleva a mirarte por dentro, a buscar la verdad del corazón: ¿Qué es lo que verdaderamente quieres? ¿Cuál es el deseo que te mueve? Son las preguntas del corazón, las únicas que de veras curan. Un llamado a la libertad última de cada discípulo: yo no exijo a ninguno, pero es el momento de decidirse.

    Estupenda la respuesta de Pedro, que contiene la esencia gozosa de la fe mía: Señor, ¿a quién iremos? Solo tú tienes palabras de vida eterna.

    Junto a ti recomienza la vida, tu tocas el corazón y lo haces despertar, con la poderosa delicadeza de tu palabra. Que es cosa pobre, un soplo, una vibración en el aire, una gota de tinta, que la puedes escuchar o desechar, hacerla tuya o relegarla en el repertorio de las tonterías.

    Tú tienes palabras: algo que no golpea y no se impone, sino que se propone y te deja libre. Jesús es maestro de libertad. Y si lo aceptas, abre sepulcros, enciende el corazón, enseña a respirar, abre caminos y caricias e incendios. Pone en movimiento la vida.

    Palabras que dan vida a cada parte de mí. Dan vida al corazón, alargan, extienden, purifican el corazón, le disuelven la dureza. Dan vida a la mente, porque la mente vive de la verdad, de otro modo se enferma, vive de libertad, si no, sufre. Dan vida al espíritu, porque custodian nuestro cromosoma divino. Dan más vida también al cuerpo, a los ojos, a las manos, al ir y venir. Al don y al abrazo.

    Palabras de vida eterna, que es la vida del Eterno, que ahora está aquí para crear con nosotros cosas que merecen no morir. 

    ¿También ustedes quieren irse? Yo no, yo no me voy, Señor. Yo no te dejo, yo te escojo a ti. Como Pedro, también yo pronuncio mi declaración de amor: yo te amo, amo vivir, y solo tú tienes palabras que hacen viva, finalmente, la vida.

    ¡Feliz Domingo!

    ¡Paz y Bien!

    Fr. Arturo Ríos Lara, ofm






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    Articulo Revisado: ¿A quién iremos? Calificacion: 5 Revisado por: Fr. Arturo Ríos Lara
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