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    sábado, 1 de enero de 2022

    Vimos su estrella...

     

    Vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo

    ¡Buenos días gente buena!

    Epifanía del Señor C

    Evangelio:

    Mateo 2, 1-12

    Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo».

    Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén.

    Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías.

    «En Belén de Judea, –le respondieron–, porque así está escrito por el Profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel"».

    Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: «Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje».

    Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño.

    Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra.

    Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino. 

    Palabra del Señor.

    Dios habla el lenguaje de la alegría- Magos, ustedes son los santos más nuestros, siempre náufragos en este infinito, sin embargo siempre intentando, pidiendo, fijando los abismos del cielo hasta quemarse los ojos del corazón. Mensajes de esperanza hoy: hay un Dios de los lejanos, de los caminos, de los cielos abiertos, de las dunas infinitas del desierto, y todos tienen su sendero. 

    Hay un Dios que te hace respirar, que está en una casa y no en el templo, en Belén, la pequeña, no en Jerusalén, la grande. Y los Herodes pueden oponerse a la verdad, entorpecer su difusión, pero jamás bloquearla, ella vencerá de cualquier modo. Aun cuando sea débil, como un niño.

    Intentemos recorrer el camino de los Magos como si fuera una crónica del alma.

    El primer paso está en Isaías: “Levanta la cabeza y mira”. Saber salir de los esquemas, saber correr detrás de un sueño, de una intuición del corazón, mirando más allá.

    El segundo paso: caminar. Para encontrar al Señor, se necesita viajar, con inteligencia y con el corazón. Se necesita buscar, de libro en libro, pero sobretodo de persona en persona. Entonces estamos vivos.

    El tercer paso: buscar juntos. Los Magos (no “tres”, sino “algunos”, según el Evangelio) son un pequeño grupo que busca en la misma dirección, fijos el cielo y los ojos de las creaturas, atentos a las estrellas y atentos el uno al otro.

    El cuarto paso: no temer los errores. El camino de los Magos está lleno de equívocos: llegan al corazón de la ciudad equivocada; hablan del niño con el asesino de los niños; pierden la estrella, buscan un rey y encuentran un niño, no en un trono sino en brazos de su madre.

    Sin embargo, no sucumben a sus errores, tienen la paciencia infinita de volver a comenzar, hasta que al ver la estrella sintieron una gran alegría. Dios seduce siempre porque habla el lenguaje de la alegría.

    Entrando en la casa vieron al niño y a su madre… No solo Dios es como nosotros, no solo está con nosotros, sino que es pequeño entre nosotros. Infórmense con cuidado del niño y háganmelo saber para que yo también vaya a adorarlo. Aquel rey, ese Herodes, asesino de sueños todavía en fase, está dentro de nosotros: es el cinismo, el desprecio que destruye los sueños del corazón.

    Pero yo querría rescatar sus palabras y repetirlas al amigo, al teólogo, al poeta, al científico, al obrero, a cada uno: ¿has encontrado al niño?

    Sigue buscando cuidadosamente, en los libros, en el arte, en la historia, en el corazón de las cosas; busca en el Evangelio, en la estrella y en la palabra, busca en las personas, y en el fondo, en la esperanza: busca con cuidado, fijando los abismos del cielo y del corazón, y luego házmelo saber para que  también yo vaya a adorarlo.

    Ayúdame a encontrarlo y vendré, con mis pequeños dones y con toda la fuerza del amor, a proteger mis sueños de todos los Herodes de la historia y del corazón.

    ¡Feliz Domingo!

    ¡Paz y Bien!

    Fr. Arturo Ríos Lara, ofm.






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    Articulo Revisado: Vimos su estrella... Calificacion: 5 Revisado por: Fr. Arturo Ríos Lara
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