Capítulo VI
Cómo los que poblaron esta Provincia no fueron de los primeros pobladores sino de los últimos que son los aztecas
No ignoro la réplica que el curioso podrá hacer sobre la gente que pobló esta provincia, porque si el gigante, primer poblador ó tolteca ó chichimeco y acolhua, vinieron de la misma parte y por el mismo camino á poblar este mundo, por la misma razón que pongo en el capitulo pasado, que los primeros serian los pobladores y no los segundos, por ser el sitio tan acomodado, y dado caso que al gigante no se le atribuya, por perecer miserablemente á mano de los toltecas, milita la misma razón en estos
por consumirlos el demonio hasta que los pocos que habian quedado, impelidos de él se partieron
unos al Oriente y otros h4Ciá el Norte, poblando las provincias de Guatemala y Campeche. (1)
Necesariamente hemos de conceder que los chichimecos, terceros pobladores, la entraron, eligieron y poblaron; pero recurriendo á las historias de esta monarquía, hallaremos que no fueron ni los unos ni los otros, sino de los que vinieron con los mexicanos en la dispersión de las ocho familias, porque la principal fundación que fué Tzintzúntzan, como cabeza imperial de su monarquía, la consagraron al ídolo que las condujo que fué Huitzilopochtli, oráculo de los mexicanos que aunque los separó, no dejaron de reconocerle, por cuanto pasaron por su disposición y decreto á la tierra en que también se
hallaron y recurriendo al nombre del ídolo, veremos esta verdad más clara y fuera de muchas
significaciones que le dan, la que más hace fuerza es la más común, que es de este nombre, Huitzilin, que significa un pajarito muy pequeño verde, que chupa las flores, sustentándose con el humor de ellas.
A este dios consagraron su primera ciudad dándole el mismo nombre, que fué Tzinzzuni, que significa el mismo pájaro y la llamaron Tzintzúntzan que significa pueblo del pájaro verde ó del dios Huítzilopochtli, siguiendo en esto el estilo más político de los colonos y que ha corrido general en todas las fundaciones de las ciudades, darles el nombre de los á quienes las dedican, ó de sus primeros fundadores como á "la imperial del mundo, la insigne Roma de Rómulo y Remo, ó según
otros, de la vireina Roma, hija de Atlante, rey de Mauritania. Y cogiendo el estilo en su mismo
manantial, Plinio, lisonjeando al griego, dijo: que la primor ciudad del mundo se llamó Cecropea, tomando el nombre de su fundador que se llamó Cecrope; pero quitando antojos griegos, la primera que hubo en el mundo fué Henochia, á quien su fundador Cain le dió el nombre de su hijo Henoch á quien la dedicaba.
Conque no se hará de nuevo que el tarasco dé el nombre á su primera ciudad del á quien la dedica y consagra como á primer moble de su venida; conque queda respondido que los pobladores de Michoacan, no fueron los primeros, segundos ni terceros, sino los que salieron de la provincia de Aztlan con los mexicanos que fueron las ocho familias separadas y discurriendo en tropas hácia el Oriente, poblaron toda la Nueva España.
A lo dicho se opone una objecion vulgar, y es que el llamar á Tzintzilntzan con aqueste nombre, es porque hay muchos pájaros de este género en su comarca, lo cual no convence por muchas razones, porque no son tantos como se encarecen.
Y también porque desde luego dieron los tarascos en hacer de las mismas plumas la imágen del dios Huitzilopochtli, del mismo modo que se finge haber nacido de su madre Coatlicue, la cual barriendo el templo de sus dioses de la sierra de Coatepec, repentinamente vino rodando un ovillo de plumas, y ella lo cogio y entró debajo de la faja, sobre el vientre, sintiéndose desde entónces preñada; cumplidos los nueve meses parió sin obra de varón a Huitzilopochtli, el cual salió de aquel abismo con una rodela en la mano izquierda, y en la derecha un dardo o vara de color azul: la cara espantosa y toda rayada ó por mejor decir, rescripta de su fiereza, en la frente un penacho de plumas verdes, y lo restante rayado como chichimeco; para darse visible como se habia representado oráculo en aquel árbol espantoso; y asi, atendiendo aquesta fábula, dieron el nombre de Huitzilopochtli, los profesores de sus engaños, otra significación diciendo: que no solo se compone de Huitzilin, sino de Tlahuipochi, que significa el hechicero ó nigromántico, que vomita fuego por la boca, con que se acreditó por el Marte indiano.
Y así le pintaron antiguamente, y de esta ficción tuvo principio la ingeniosa fábrica de plumas verdes con que veremos que fueron estos tarascos de los conducidos por aqueste falso dios (2).
[1] Torq. L. 6, C. 21, F. 43.
[2] Torq. L. 6, c. 21. fol. 45.
Tomado de:
Crónica de la Orden de N. Seráfico P. S. Francisco
Provincia de San Pedro y San Pablo de Mechoacan en la Nueva España.
Compuesta por el P. Lector de Teología
Fray Alonso de La Rea
de la misma Provincia.
Dedicada a N.P. Fr. Cristóbal Vaz, Ministro Provincial de ella.
Año de 1639.
Con Privilegio.
En México por la viudad de Bernardo Calderón.
Año de 1643.
Edición de la "Voz de México"
México
Imprenta de J.R. Barnedillo y Cía.
Montealegre Num. 15
1882.
Páginas 24-28
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