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    sábado, 13 de marzo de 2021

    Creemos que Dios nos ama

     

    Creemos que Dios nos ama

    ¡Buenos días, gente buena!

    IV Domingo de Cuaresma B

    Evangelio

    Juan 3, 14-21

    En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.

    Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.

    El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.

    Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas. En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios».

    Palabra de Señor

    Creemos que Dios nos ama

    Dios ha amado tanto al mundo… es el versículo central del Evangelio de san Juan, versículo del asombro que nace cada vez, por estas palabras buenas como la miel, tonificantes como el caminar a la orilla del mar, entre rumor de olas y aire bueno respirado a todo pulmón; palabras para saborear cada día y a las cuales afianzarse fuerte en todos los momentos de la vida, en cada caída, en cada noche, en cada desilusión…Dios ha amado tanto… y la noche de Nicodemo y nuestras noches, se iluminan. Aquí podemos renacer. Cada día. Renacer a la confianza, a la esperanza, a la paz serena, al deseo de amar, de trabajar y crear, de cuidar y cultivar personas y talentos y creaturas, todo entero el pequeño jardín que Dios me ha confiado.

    No solamente el hombre, sino también el mundo es amado, la tierra es amada y los animales y las plantas y la creación entera. Y si él ha amado la tierra, también yo debo amarla, con sus espacios, sus hijos, su verde, sus flores… Y si él ha amado el mundo y su frágil belleza, entonces también tú amarás la creación como a ti mismo, la amarás como a tu prójimo: “mi prójimo es todo lo que vive” (Gandhi).

    La revelación de Jesús es esta. Dios ha considerado al mundo, a cada hombre, a mí que soy nada, y ha ofrecido un corazón, lo más importante de él. Para ganarme se ha perdido él mismo. Una locura de amor.

    Dios ha amado: la belleza de este verbo en pasado para indicar no una esperanza o una espera sino una seguridad, un hecho cierto, y el mundo entero está incluido: nuestra dificultad es que estamos inmersos en un océano de amor y no nos damos cuenta. Toda la historia bíblica inicia con un “eres amado” y termina con un “amarás”. Nosotros no somos cristianos porque amamos a Dios. Somos cristianos porque creemos que Dios nos ama. Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvado, para que quien cree en él tenga vida. A Dios no le interesa elaborar procesos en contra de nosotros para condenar o para ajustar cuentas, ni siquiera para absolvernos. La vida de los amados por Dios no es como un tribunal sino como el florecer y como un abrazo, en el paradigma de la plenitud.

    Para que el mundo se salve: salvar quiere decir conservar, y nada se perderá, ni un suspiro, ni una lágrima, ni una rama de hierba; no se pierde ningún cansancio generoso, ninguna dolorosa paciencia, ningún gesto de cuidado por pequeño y escondido: tanto amó Dios, y nosotros como él: cuando amo, en mí se redobla la vida, aumenta la fuerza, soy feliz. Cualquier gesto mío de atención, de ternura, de amistad, lleva en mi la fuerza de Dios, abre una ventana al infinito.

    Tanto amó Dios, y nosotros como él: nos esforzamos, no para salvar al mundo, él ya lo ha salvado. Sino para amarlo; no para convertir a las personas, lo hará él, sino para amarlas. 

    Si no hay amor, ninguna enseñanza puede hablar de Dios, ninguna doctrina. No hay el puente que une el cielo y la tierra, ni el motor que hace recomenzar la historia, una historia con sabor a Dios.

    ¡Feliz Domingo!

    ¡Paz y Bien!





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    Articulo Revisado: Creemos que Dios nos ama Calificacion: 5 Revisado por: Fr. Arturo Ríos Lara
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