Capítulo IV
De la sierra y minerales que contiene esta Provincia
La sierra de Michoacan en cuya sombra habitan sus moradores, es tan larga que corriendo de Norte á Sur es tradición muy común que atraviesa toda la Nueva España, y de solo el primer término ó raya que señala esta provincia y parte jurisdicion con otras, al otro que le corresponde, tiene montes tan levandos que parece suben al cielo á poblarlo con sus pinos, y cañadas tan profundas que con la espesura (que es como los cabellos) desmienten la luz del dia y parecen á la noche.
No hay otros árboles en lo principal de esta sierra más que pinos tan elevados que parecen madejas colgadas del mismo cielo, y tan tupidos y espesos que caminando por el camino real, tan ancho como una calle por todas vistas, por lo alto, por la longitud y latitud, no distingue la vista más que los rumbos del camino.
De la parte de arriba, se prestan los brazos unos á otros y componen un tan hermoso toldo, que abrazando el sol, no tiene lugar para ofender: con que cualquiera viaje de verano, es muy fresco y apacible, si bien por las aguas es penoso, por ser muy continuas.
En algunas partes tiene encinas muy coposas, que varían el adorno de la montaña. Cógese en ella
muy rico ébano y el tapintzirán que es tan negro y duro como él, de que se hacen infinitas
curiosidades. También se coge otra madera de que se hacen las cruces de los Cristos; es parda
con unas vetas negras que parecen artificiosas, como suele el pintor sobre los barnices variarlos
con los primores del pincel; llámase aquesta madera ayaquecueramo.
Esto es en cuanto á lo superficial y aparente de esa sierra; en cuanto á lo interior que tiene
en sus entrañas, no es menor su grandeza que la que hemos visto, porque tiene el cobre, estaño y oro y plata con la abundancia de otra cualquiera; pero es tan desgraciada en el beneficio de sus metales, como en la narración de sus historias, que nadie se acuerda de ellos.
El año de 1525 (1) se descubrió la mina que llaman de Morcillo, tan rica y próspera, que no se
contentaron los oficiales reales con los quintos del rey, sino que se la quitaron á su dueño y se
la adjudicaron para sí, y fué cosa maravillosa que desde ese mismo dia se desapareció hasta
hoy dia; y según opiniones vulgares, dicen se cayó una sierra sobre las catas ó boca de la mina,
con que la quitó Dios de las manos de la ambición y suspendió muchas discordias que amenazaba
el rumor de ellas. Otras hay que por no beneficiarse no se nombran. Las de Tlalpujahua han sido muy prósperas y todavía se saca plata, -como de las de Guanajuato que han competido con las de Potosí: todavía la una y la otra están corrientes y molientes: Dios se sirva de conservarlas.
[I] Torq. L. 3, C.42, fol.369. [Edición de 1615.]
Tomado de:
Crónica de la Orden de N. Seráfico P. S. Francisco
Provincia de San Pedro y San Pablo de Mechoacan en la Nueva España.
Compuesta por el P. Lector de Teología
Fray Alonso de La Rea
de la misma Provincia.
Dedicada a N.P. Fr. Cristóbal Vaz, Ministro Provincial de ella.
Año de 1639.
Con Privilegio.
En México por la viudad de Bernardo Calderón.
Año de 1643.
Edición de la "Voz de México"
México
Imprenta de J.R. Barnedillo y Cía.
Montealegre Num. 15
1882.
Páginas 16-18
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